Nicolás Salinas Sepúlveda 

Director Área de Participación y Comunicaciones
Creo Antofagasta

 


En esto de avanzar en la senda del desarrollo y del crecimiento como sociedad, surgen conceptos como innovación, economía circular, marca-ciudad y tantos otros que, con el afán de profundizar cada vez más en ciertos conocimientos, tienen el efecto perverso de generar distancias entre sujeto y objeto.

Entonces, las reflexiones sobre el futuro que queremos van profundizándose y al mismo tiempo, creando un discurso que para muchos se hace demasiado teórico para convertirlo en realidad. Se agudizan las diferencias y las semejanzas se disuelven en un gallito de egos sinfín.

Pero, ¿De dónde vienen estas conversaciones 2.0? ¿Cuál es el objetivo sino, potenciar el bien común?

Para crear realidades nuevas, debemos trabajar en conjunto, con un foco común y una mirada de bienestar superior. Y es en este punto donde no debemos olvidar el principio y fin de todos estos estudios y propuestas: las personas.  Solo así cobran sentido las palabras aquí vertidas y que tratan de hacer ver que analizar, discutir y proponer está perfecto, mientras mantengamos en el centro al ser humano, con todas sus complejidades y claroscuros.

El exceso de informaciones, datos, estadísticas van creando una maraña de planes y propuestas donde siempre es posible distraerse y así perderse en un bosque de justificaciones o argumentos. Sin embargo, es nuestra responsabilidad recordar que detrás de toda norma, existen personas que deben ser protegidas y potenciadas para que la convivencia sea armónica y equilibrada.

Más allá de la justicia social, hay quienes asumen el rol de articuladores comunitarios, con el fin de conectarnos íntimamente los unos con los otros, para que así pongamos nuestras habilidades al servicio de un proyecto común. Son esas personas las que conocen los nombres, toman de las manos y miran a los ojos, a la vez que levantan iniciativas tendientes a habilitar espacios donde todos crezcamos de manera integral, peleando con fuerza para conseguir atención, recursos y apoyo, de manera de concretar, poco a poco, todo el discurso dicho.

Son aquellos que logran congregar y derribar las barreras de la desconfianza, ese terrible sentimiento que está instalado en nuestra sociedad como una peste y que es tan difícil de erradicar, pues a diario nos bombardean con teorías de complot y demostraciones de un sutil egoísmo heredado de un modelo antiguo y obsoleto.

Si bien nuestra naturaleza nos empuja a coexistir en un modelo donde muchas veces gana el más fuerte, también es cierto que la sociedad evolucionada a la que aspiramos, es esa en donde la colaboración es la columna vertebral de una estructura donde todos y cada uno somos un aporte desde nuestras particularidades.

Con esa vocación de comunidad es posible alcanzar cualquier meta que nos propongamos. Así como pensaba el mítico John Lennon, “Un sueño que sueñas solo, es sólo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad.