InicioTU OPINIÓNLos Anillos del Poder: Una adaptación forzada que resulta

Los Anillos del Poder: Una adaptación forzada que resulta

Por Antonio Muñoz Mayne-Nicholls

Adentrarse en el mundo de Tolkien no siempre es tarea fácil. Imagínense para las y los jóvenes del norte que comenzábamos a buscar en los libros la puerta a los nuevos mundos por descubrir. Mundos verdes y llenos de misterios que solo los entornos boscosos y las altas montañas nevadas pueden ocultar. Entornos imposibles que en el ardiente norte de Antofagasta son tan lejanos como ausentes son las lluvias. No descubríamos aún la otra magia que nos reservaban estos cerros y atardeceres, pero esa es otra historia.

La Tierra Media entonces, lugar donde ocurren la historia del Hobbit y luego la epopeya narrada en los tres volúmenes del Señor de los Anillos,  se convertía en un paradigma, un parangón con la cual comparar todo lo que vendría después. Grandes aventuras enmarcadas en entornos llenos de verde, donde los árboles te hablan y los seres de los cuentos de hadas pasan a ser guerreros feroces que cuidan y aman los bosques como si fuera su propia vida, donde también existe el mal que los amenaza con su avance proto-industrial cortando y destruyendo todo a su paso y existen artículos mágicos por los cuales se pelean unos y otros pues tienen el poder de cambiar el destino de toda una era.

El tema, es que el género de la Fantasía heroica o Fantasía épica, le deben si no su existencia, al menos parte de su esencia a la obra de Tolkien y todo el mundo que creó para dar un sustrato a una historia de amistad, entrega, valores arraigados en lo más profundo de la cultura anglosajona. La tierra, los árboles, las tradiciones, la magia y los acertijos le dan un espesor a la obra del inglés que difícilmente se puede encontrar en otros autores. Agarrando todos estos elementos, quiso crear una mitología propia a partir de las palabras y el lenguaje, que dominaba pues era profesor de lingüística y literatura. Fue capaz de inventar idiomas para las razas de elfos y orcos que pueblan la Tierra Media, y desarrollarlos ampliamente traspasando la escritura y estableciendo parámetros para su pronunciación y escritura.  Muchas veces imitado, jamás igualado dice el lugar común, pero muy cierto por lo demás en este caso.

Los juegos de rol, la literatura fantástica y el cine se redefinen a partir del simple relato de un Hobbit emergiendo de su casa con puerta redonda para recibir al mago que le augura todo un porvenir de aventuras, pero no sin antes sacrificar lo más importante, la seguridad de su hogar y el sacrificio de despojarse de todo lo que conoce para afrontar el mundo lleno de  peligros. Eso era lo que todos sentíamos cuando, llegado el momento había que decidir si quedarse en casa, en un lugar seguro y tranquilo o bien lanzarse a la aventura de conocer el mundo y como el protagonista de las novelas de Tolkien, darse cuenta que a partir de ese instante, al dar el siguiente paso, nunca se había estado tan lejos de casa y de ahí parecía que el retorno iba a ser algo incierto.

Construimos nuestra propia manera de materializar la Tierra Media en los corazones y con eso prepararnos para lo que venía. Logramos encapsular la forma en que se nos presentaba lo mítico y dejamos para después la posibilidad de renacer en un mundo plagado de magia y posibilidades infinitas. Y así fue. Esto se materializó  el año 2001 con las películas del Señor de los Anillos de Peter Jackson, quien por ser el menos probable de los elegidos para llevar al cine la gran obra de Tolkien, terminó por ser el mejor director de una película dividida en tres partes pero que en el fondo es una, cosa que ni James Cameron  con su Avatar ha logrado aún.

Es cierto. Luego vinieron las tres películas del Hobbit dirigidas por el propio Jackson que al parecer no tuvieron el mismo resultado que sus predecesoras en lo que a la adaptación del libro se refiere. Demasiadas películas, demasiados personajes, demasiadas tramas sin destino. En fin, demasiadas pretensiones cuando la obra máxima ya estaba culminada.

Por eso cuando se anuncia la más reciente adaptación de la Tierra Media: Los Anillos del Poder, no pocos miraron con escepticismo la adaptación, sobre todo considerando que no se basaba en el otro gran libro de Tolkien que es el Silmarillion, el que a manera de antiguo testamento (si me permiten la herejía) relata las eras pasadas a los hechos que ocurren en el Hobbit y el Señor de los Anillos, a los cuales muchos de los personajes hacen referencia en los libros, dotando a esas obras de la gran especificidad que te vuelan la cabeza al leerlas, queriendo indagar más y más en ese mundo mágico.

Inspirada en los Apéndices del Señor de los Anillos, esta nueva serie basada en el mundo de la tierra media se enfoca en los hechos previos a la historia de los Hobbits, que no son abordados en ninguna otra adaptación y que dejan siglos de historia por contar. Tales hechos se mencionan someramente en estos apéndices que no todos han leído pues no está en todas las ediciones del señor de los anillos, si no que en algunas que los contemplan como un epílogo y en los que se cuentan diversas historias como el ascenso de la figura de Sauron, el gran villano de la saga de Tolkien, así como qué fue de los personajes de la comunidad del anillo luego del conflicto final del libro y su regreso a casa.

Puede que la razón fundamental para esta adaptación se base en que el estudio no cuenta con los derechos del Silmarilion, en cuyas páginas se cuentan relatos enormes, llenos de mitología y que muchos fanáticos  esperamos con ansias ver en pantalla grande, pero esto no será posible hasta que no se resuelva el tema de los derechos de adaptación de la obra, y la palabra final parece tenerla la propia familia del escritor.

Aun así, la plataforma de streaming Amazon apuesta y desarrolla una de las series más caras de la historia para llevarnos en diez episodios los hechos que van a marcar el destino de los personajes que conocemos de las películas. La factura es impresionante, al nivel de las grandes producciones de Hollywood y al igual que en el caso de las películas de Jackson, vemos materializarse ante nuestros ojos, cosas que nunca pensamos ver, como los árboles de Valar que son antecesores de la luna y el sol en la mitología de la Tierra Media, el reino de Númenor, de los primeros hombres que con sus barcos eran tan imponentes como los propios reinos de los elfos, o los “Pilosos” que como antecesores de los Hobbits son una raza pequeña que cumple un rol fundamental en la historia pero que a diferencia de los protagonistas del Señor de los Anillos, son nómades y aun no viven en agujeros en el suelo ni son tan citadinos como sus descendientes.

La serie no defrauda a pesar de la dificultad, es diversa en personajes pero no demasiados para agotar la trama y vemos cómo se van entrelazando las distintas historias para cuajar en una gran aventura que permite ver lo que se viene con claridad: grandes enfrentamientos entre el bien y el mal, traiciones y alianzas, magia y terror del bueno pero además y sobre todo un buen guión que permite darle el tratamiento serio a una historia de fantasía, por contradictorio que esto pueda sonar.

Esa es la principal debilidad de algunas adaptaciones de historias fantásticas, cuando se toman demasiado en serio la obra o bien cuando se terminan transformando en una parodia. Ejemplos hay muchos como las desafortunadas adaptaciones de Dungeons & Dragons o las Crónicas de Narnia, que sin desmerecer a las obras originales, en cuanto a las películas realizadas los méritos se quedan más que cortos.

En este caso nos damos cuenta que es una adaptación que busca mantener el espíritu de la obra original. Es una serie para fanáticos del mundo de Tolkien pero también es una buena precuela, trabajada a la altura y que en nada le envidia los altos niveles de factura que dejaron las películas de Jackson. Acá se tiró toda la carne a la parrilla y podría haber sido un gran fiasco, pero no. Al final resulta y deja un gran sabor de boca, pidiendo más temporadas y ojala un desarrollo igual de acorde sin caer en las tramas excesivas ni en las caricaturas de personajes, que sí abundan en la segunda trilogía del Hobbit.

Completamente recomendable para los amantes de Tolkien pero también para el público que quiera adentrarse en el mundo mítico creado por el autor Inglés, que hoy es ampliamente reconocido como la máxima figura del género de la Fantasía Épica o Fantasía Heroica y que creemos será difícil de igualar.

Por último, como bonus track, les dejo una joyita, que es la película de la vida del escritor que nos convoca en esta reseña, simplemente titulada Tolkien.  Del director finlandés Dome Karukoski, protagonizada por Nicholas Hoult y lanzada el año 2019, también se encuentra en algunas plataformas de streaming y es una respetable biografía que retrata los primeros años de su formación académica, su lucha por estudiar sin recursos en un ambiente de alta excelencia como Oxford y donde se comienzan a gestar las primeras nociones del mundo que crearía.

También puedes ver