Por Paula Covarrubias, Directora de extensión, Enseña Chile.
En los últimos años muchos equipos directivos y líderes han hecho grandes esfuerzos e inversión de tiempo y recursos para formarse en estrategias de observación para la correcta implementación de las visitas al aula. Esto, como parte del desarrollo profesional docente, con el fin de generar ambientes donde las y los docentes puedan aprender continuamente a partir de sus propias necesidades, promoviendo espacios de reflexión conjunta.
Sin embargo, el pasar de la teoría y la normativa a la práctica ha sido el real desafío. La falta de tiempo, la formación práctica, la necesidad de pasar de una cultura punitiva a una de aprendizaje, son sólo algunos de los factores que hacen que algo que deseamos instalar muchas veces siga siendo sólo un sueño.
¿Cómo lo logramos entonces? En estos 15 años de experiencia en Enseña Chile hemos desarrollado un modelo de acompañamiento que nos ha dejado varios aprendizajes claves.
Primero, se requiere de un rol activo de todos los miembros de la comunidad educativa, no sólo del equipo directivo. Espacios de reflexión y construcción con los docentes sobre cómo aterrizar el acompañamiento y su carácter formativo y formar a
Segundo, la planificación es fundamental. El armar calendarios de visitas, establecer duplas de acompañamiento y conectar éste a los focos que tiene la comunidad educativa en sus planes permite aterrizarlo. Po
Estamos convencidos que para impactar en las trayectorias de vida de las y los estudiantes, los docentes son la clave. Somos muchas las comunidades educativas enfrentando similares desafíos. Si queremos darles la prioridad que se necesita, ¿cómo avanzamos hacia aprender, reflexionar y trabajar en conjunto?