Por Alfredo Gutiérrez Fuentes, Subdirector Académico AIEP Antofagasta.
Guy Ritchie es de esos cineastas que pueden ser reconocidos fácilmente, cine de autor clásico que le ha permitido tener un puñado de buenas películas (Cerdos y Diamantes, Operación U.N.C.L.E., The gentleman) y otras no tan notables (Aladino).
Ahora nos entrega “Despierta la furia”, remake de la francesa Le convoyeur, 2004, un violento relato al más puro estilo de las películas de cine negro, que tiene a Jason Statham (El transportador) como el rudo protagonista, enigmático y con cara de pocos…. muy pocos amigos.
Sinopsis
H (Statham) pide empleo en una compañía de camiones que transporta millones de dólares a diario. Poco tiempo antes dos guardias habían muerto debido a un atraco, por lo que ahora, la política es contratar a gente tipo soldado…o al menos que maneje armas y defienda el dinero. Sus compañeros creen que H desea robar pero la verdad es que H está buscando venganza. Se abre el telón y Statham inicia su rutina; golpea primero, pregunta después.
Es un relato crudo, que se aleja de las humorísticas propuestas de Ritchie, acá no hay comedia, no hay humor negro, ni una mísera sonrisa del protagonista. Cada muerte es sin ningún tipo de sentimentalismo. Los diálogos son breves, las miradas son fulminantes. El resto, violencia pura.
El elenco lo completan Holt McCallany (Mindhunter), Scott Eastwood, (Escuadrón suicida), Raúl Castillo (que hace poco lo vimos en el Ejército de los muertos de Zack Snyder), Josh Hartnett (Pearl Harbour…y que acá hace de un secundario bien lucido en su apatía). Más la misteriosa y breve presencia de Andy García (El Padrino).
Son 2 horas de acción, que a punta de flashbacks, nos entrega un entretenido espectáculo que partiendo de la premisa del “asalto al camión blindado”, mezclado con la brutalidad del cine de acción, refrescan un poco la parrilla fílmica cargada de mallas y colores de los superhéroes.
Para quienes queden con gusto a poco, recomendamos ver la película Heat con Robert De Niro y Al Pacino, dirigida por Michael Mann en 1995. Un deleite que supera con creces la propuesta de Ritchie.