Por Jorge Serrano Malebrán, Director Departamento de Administración, Facultad de Economía y Administración, UCN.
Antes de la pandemia el escenario del comercio se encontraba en una etapa compleja en Antofagasta. Primero, los nuevos centros comerciales, los restaurantes de alta gama y los altos edificios se convirtieron en un presagio de la gentrificación en nuestra ciudad. Muchos propietarios en estas ubicaciones fijaron precios agresivos los alquileres a tiendas minoristas a medida que se mudaban más residentes que podían pagar precios más altos, lo que en última instancia contribuyó a la abundancia de escaparates vacíos en ubicaciones privilegiadas.
Luego, la llegada del COVID-19 al país y a la región, provocó que incluso los compradores más leales realizaran pedidos en línea, mientras los negocios locales permanecían cerrados. Estos fueron tiempos complejos para los minoristas; porque se vivió un acelerado crecimiento del comercio electrónico, en detrimento del comercio minorista tradicional.
De esta manera, el comercio electrónico comenzó a recortar los márgenes tradicionalmente estrechos con el auge de las plataformas online y la ola de «minoristas electrónicos» de los 2010`s. Si bien los principales REIT tuvieron problemas desde principios hasta mediados de 2020, muchos se han recuperado sustancialmente y varios han superado sus cifras previas a la pandemia.
Actualmente, en nuestra ciudad están resurgiendo los comercios minoristas, lo cual se relaciona directamente con nuestro comportamiento; estuvimos en un amplio periodo de confinamiento, y estamos re descubriendo espacios y buscando nuevas experiencias, ya que somos humanos y anhelamos las experiencias en persona.
En esa misma línea, creo que tales comportamientos beneficiarán al sector del comercio minorista, pues al ser fundamentalmente animales sociales, estaremos hambrientos de experiencias en persona una vez que sea seguro regresar a ellas, y ahí se encuentra el nicho abierto para las ideas de emprendimiento que puedan brindar tales experiencias.
A esto le sumamos la situación de las personas que están en teletrabajo, el cambio de trabajar cinco días a la semana en la oficina, creará un mayor deseo de «terceros espacios», no en el hogar, ni en un entorno de oficina formal, más bien en nuevos espacios a explorar.
Otro aspecto a considerar, es que una serie de inversores son extrañamente optimistas hoy en día. A pesar de que la pandemia trastornó la actividad social y económica durante más de un año, la mayoría estuvo de acuerdo en que las experiencias minoristas en la vida real son un aspecto esencial de la vida moderna. Si bien, es cierto que el comercio minorista ha estado cambiando durante más de una década; la lista de compras habituales en el comercio electrónico se ha ampliado de libros y ropa a comidas preparadas y abarrotes.
Si miramos positivamente este fenómeno, creo que Antofagasta tiene suficiente tráfico peatonal para respaldar una buena cantidad de minoristas. También debe tenerse en cuenta que los mercados públicos todavía tienen cierta confianza en el espacio minorista.
Además, el levantamiento de las restricciones COVID-19 parece reafirmar que a las personas les encanta el concepto de transitar por una tradicional calle principal llena de negocios locales bulliciosos. Y así, los últimos meses hemos visto como poco a poco nuevos emprendedores intentan operar con éxito escaparates minoristas independientes en la ciudad de Antofagasta
Bajo todo este análisis, me atrevo a proyectar que continuaremos viendo más experiencias minoristas del tipo “Apple Store”, donde el enfoque está menos en vender inventario y más en crear un entorno para que los clientes interactúen físicamente con los productos y experimenten el espíritu de la marca más allá de un sitio web o Instagram. A su vez, probablemente los alquileres minoristas serán significativamente más bajos al final de la pandemia, y veremos aún más experimentación que antes de COVID. Será un período muy interesante para el comercio minorista y para el desarrollo de nuevos emprendimientos.