Por Gianni Romaní, Académica y Directora del CEMP UCN.
Hace diez años, en nuestra región se oía muy poco hablar de ecosistema. Este término vinculado a la biología fue acuñado en 1930 por Roy Clapham para designar el conjunto de componentes físicos y biológicos de un entorno. Este concepto vuelve a aparecer en el ámbito de la administración en un artículo de la Harvard Business Review publicado en 1993 por James Moore, donde señala que los negocios no evolucionan en el vacío sino que existe una naturaleza relacional integrada donde las empresas interactúan con sus clientes, proveedores y financistas. A partir de entonces, el término ha ido tomando diversas definiciones y todavía no hay consenso.
Muchos gobiernos de países tanto desarrollados como en desarrollo, como es el caso de Chile, han realizado un cambio en la forma de sus programas de apoyo al emprendimiento, orientándolos a programas más holísticos con foco en el desarrollo de redes, alineamiento de prioridades, construcción de capacidades y fomento de sinergias entre diferentes stakeholders. En otras palabras, apuntando a desarrollar ecosistemas de emprendimiento. Pero, ¿Cómo definimos un ecosistema de emprendimiento? Hay muchas definiciones. Una de las más completas es la de Mason y Brown (2014:5), quienes lo definen como: “Un conjunto interconectado de actores vinculados al emprendimiento (potenciales o existentes), organizaciones emprendedoras (ej. empresas, capitalistas de riesgo, inversionistas ángeles, bancos), instituciones (universidades, instituciones del sector público, agencias de financiamiento) y proceso emprendedor (ej. tasa de nacimiento de empresas, niveles de actividad emprendedora, emprendedores establecidos, aspiraciones emprendedoras) los cuales se unen formal o informalmente para conectar, mediar y regular el funcionamiento del entorno emprendedor local”
Al alero de esta definición, hay actores clave del ecosistema que todavía no están presentes en la Región de Antofagasta. Por el lado del financiamiento, nos están faltando inversionistas ángeles y fondos de capital de riesgo. Estos dos actores son indispensables para el desarrollo y consolidación de un ecosistema de emprendimiento. Sin ellos, será muy complicado avanzar en este largo proceso de formación y desarrollo del ecosistema. Sin embargo, hay buenas noticias, se sabe que en la región se instalará prontamente una aceleradora de startups y, al mismo tiempo, la UCN a través del CEMP y el USQAI, está liderando un proyecto que justamente apunta a la creación de una red de inversionistas ángeles que financien emprendimiento de alto potencial de crecimiento en la región contribuyendo de esta manera a la innovación y la diversificación productiva regional. Con este actor relevante, posiblemente en el corto/mediano surgirá también algún fondo de inversión en etapa temprana y, de esa manera, estaríamos camino hacia una consolidación de nuestro ecosistema regional que todavía está en etapa de formación y desarrollo.