Por Javiera Acosta, Profesora de Inglés – Enseña Chile
¿Qué imaginas cuando piensas en educación rural? Soy profesora itinerante en la comuna de San Pedro de Atacama y esta es mi historia.
Desde 2022 soy parte del Programa de Liderazgo Colectivo, una iniciativa de la Fundación Enseña Chile que lleva a docentes y profesionales con la vocación de educar a sectores vulnerables y que, en un trabajo junto al Departamento de Administración de Educación Municipal, me dieron la posibilidad de recorrer el norte del país haciendo clases en cinco establecimientos rurales de la comuna.
Dejar Santiago para enseñar en pueblos aislados ha sido una de las experiencias más lindas y desafiantes de mi carrera. Tengo la posibilidad de hacer clases en un contexto sociocultural indígena Lickan Antay, muy diferente a todo lo que conocía. Mis estudiantes, que van desde los 6 hasta los 11 años aproximadamente, viven a los pies de la Cordillera de los Andes y de volcanes como el Láscar o el gran Licancabur. Además, en estas escuelas el ambiente educativo es tranquilo, seguro y muy familiar.
Ahora bien, no todo es color de rosas. Aquí la ruralidad implica el desafío de las escuelas multigrado. Debido a la baja cantidad de estudiantes, como profesora tengo que enseñar a alumnos de distintos niveles en una misma sala y al finalizar el sexto año escolar, las niñas y niños deben cambiarse de escuela o liceo para continuar sus estudios. También, uno de los mayores desafíos con los que se cuenta y que la pandemia agravó, tiene que ver con la conectividad y el acceso a tecnologías de información para aprovechar y desarrollar mayores habilidades digitales. La ubicación geográfica y las condiciones climáticas de las escuelas rurales de la comuna impiden que el suministro eléctrico sea constante, y por consecuencia las acciones que las y los profesores y directivos podamos implementar para mejorar la educación en estas áreas no siempre son efectivas.
El tiempo que llevo aquí me ha hecho muy consciente de los pros y los contras que tiene este contexto educativo, así como del gran desafío que aún tenemos por delante, pero también me da mucha claridad de lo importante que son las ganas de enseñar, sobre todo en sectores rurales. El vínculo que he podido generar con mis estudiantes no ha hecho más que reforzar el motivo por el que vine en primer lugar, y que no sólo está fuertemente vinculado a mi propósito personal sino también con las ganas de aportar para que todas las niñas, niños y adolescentes reciban educación de calidad, sin importar si están en la capital, el extremo sur, o el desierto más árido del mundo.